Nosotros los infectólogos respetamos y defendemos todas las profesiones que generan valor social. Y especialmente la de los investigadores de laboratorio que tanto colaboran con nuestra tarea. No somos nosotros los que trabajamos diariamente con animales de experimentación, sino con seres humanos. De hecho, la Infectología es posiblemente una de las ramas más sociales de la medicina; la que se ocupa de las enfermedades que afectan a las personas más vulnerables.
Nosotros los infectólogos sabemos, como todos los médicos, que las medidas que se toman para preservar la salud de un paciente -o de una sociedad- tienen costos transitorios en términos de libertades y actividades permitidas. La toma de decisiones basada en el análisis de riesgos y beneficios nunca deja de tener en cuenta todo lo que se gana y todo lo que se pierde. Es de esta forma que intentamos cada día cumplir de manera honesta nuestra actividad como médicos asistenciales y en forma desinteresada en el rol solicitado de asesoramiento sanitario a las autoridades.
Nosotros los infectólogos también sufrimos las consecuencias económicas de esta situación, no estamos aislados del resto de la sociedad, y tenemos familiares y amigos que la sufren. Y estamos, al igual que otros colegas, expuestos al riesgo, en la primera línea atendiendo a las personas enfermas.
Pero lo más importante, es que creemos firmemente que estamos en el momento de aportar al bien común en lugar de dividir. Alentar a la persecución laboral, judicial y mediática no es el camino. La asignación injusta de culpas no va a mitigar las consecuencias de la pandemia, por el contrario, profundizará las mismas al promover el miedo y afectar la libertad y dignidad en el ejercicio de la especialidad.
Sociedad Argentina de Infectología