El Dr. Maglio era Doctor en Medicina, Diplomado en Salud Pública y Especialista en Enfermedades Infecciosas, títulos otorgados por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde ejerció la docencia entre 1962 y 1989.
Fue Jefe de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital de Infecciosas Francisco J. Muñiz, desde donde sentó las bases de innumerables conceptos de la infectología crítica moderna.
Pero, "después de estar 35 años mirando la medicina con ojos de biólogo (lo que en sí mismo no está mal, porque es necesario), sintio que le faltaba lo esencial, lo invisible a los ojos como dice El Principito, en la medicina en general, y en la salud en particular, lo esencial está en lo social, lo que incluye lo histórico, lo ideológico, lo político, lo económico y lo social.
Fue así que en 1990 dejo la medicina asistencial (medida que fue bien recibida por sus pacientes) para ingresar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en búsqueda de otros marcos teóricos y metodológicos que le permitieran reflexionar de manera crítica sobre lo vivido en todos esos años, y seguir así con la realidad médica actual".
Su objetivo era llegar a una medicina que contemple al paciente en forma holística, como un ser humano sómato-psico-social. Fue así que se integró al Departamento de Antropología Médica de esa facultad. Fue también profesor Titular de la Maestría de Ética en Investigación de la Universidad Abierta Interamericana, y Presidente de la Sociedad Argentina de Medicina Antropológica.
Fue autor y coautor de numerosos libros y trabajos científicos sobre temas de infectología, terapia intensiva y medicina antropológica. Sus múltiples escritos son absolutamente imperdibles.
A modo de ejemplo, transcribimos un párrafo publicado en el año 2009: (Sociogénesis de las enfermedades infecciosas, emergentes y re-emergentes: aspectos éticos y políticos: una mirada antropológica. Sociogénesis de las enfermedades infecciosas, emergentes y re-emergentes: aspectos éticos y políticos: una mirada antropológica. Clínicas Infectológicas del Hospital Muñiz, 2009).
"En los últimos veinte años aparecieron treinta enfermedades infecciosas nuevas y re-emergieron otras antiguas. Entre las primeras: SIDA, fiebres hemorrágicas, hepatitis C, hanta virus, legionellosis, virus de ébola, etc.
Ejemplos de re-emergentes: tuberculosis, cólera, dengue, fiebre amarilla, paludismo, etc. La explicación a esta contradicción entre un progreso científico en las ciencias médicas y un retroceso en la patología infecciosa excede el campo biotécnico y la encontramos en la conceptualización del proceso salud-enfermedad-atención proveniente de la antropología médica. Las enfermedades en general y las infecciosas en particular son construcción y producto de las relaciones sociales, articulando en ellas aspectos históricos, ideológicos, económicos y culturales, una verdadera sociogénesis de lo biológico".
En este sentido resulta esclarecedor la definición premonitoria de Ramón Carrillo hace cincuenta años: “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la angustia, a la tristeza y al infortunio social de los pueblos, los microbios como causa de enfermedades son unas pobres causas”.
Sus enseñanzas son muchas, siempre transmitidas con palabras sencillas y un tono entrañable: "Durante años, como médicos hemos estado “al lado” del enfermo, llegó la hora de estar “del lado” del enfermo".
En otro párrafo podemos leer: "La típica frase "Ya no hay nada que hacer" con que nos dirigimos a los familiares de un enfermo cuya muerte es ineluctable, más bien debería ser "Ya no hay nada que tratar", porque en realidad queda todavía mucho por hacer; más aún, es cuando más podemos hacer, tenemos recursos invalorables: el efecto sanador de nuestra palabra, de nuestras manos y de nuestra presencia".
Recibió premios de la Academia Nacional de Medicina, de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, de la Secretaría de Cultura de la Nación, de la Sociedad Argentina de Arquitectura e Ingeniería Hospitalaria y de la Fundación Huésped.
Paco había nacido el 24 de abril de 1935, en el barrio de San Cristóbal, "a dos cuadras del límite con Boedo, barrio al que me mudé hace más de 30 años. Junto a mis abuelos, mis padres y mi hermana tuve una infancia feliz y una mejor adolescencia. Ahora, mis hijos son mi orgullo, y mis nietos, hermosos regalos. Adelita, mi mujer, es mi todo, es mi yo".
A todos los que lo han conocido les queda el recuerdo del maestro humilde, del compañero alegre, de jefe protector.
No hay ninguna duda de que se lo va a extrañar. Y mucho.
Carta de una Bacteria
A PROPÓSITO DEL CONGRESO ARGENTINO DE ANTIMICROBIANOS, 18 AÑOS ATRÁS, EN 1990, FRANCISCO MAGLIO, INFECTÓLOGO INTEGRANTE DEL COMITÉ DE BIOÉTICA DEL HOSPITAL MUÑIZ (BUENOS AIRES), HIZO PÚBLICA UNA CARTA “ESCRITA POR UNA BACTERIA” Y DIRIGIDA A ALICIA FARINATTI, PRESIDENTA DEL EVENTO EN CUESTIÓN. POR SU ADMIRABLE INGENIO Y SUS ACERTADÍSIMOS JUICIOS, QUE HAN MANTENIDO SU FRESCURA HASTA HOY, NOS PERMITIMOS DARLA A CONOCER.
Buenos Aires, Argentina.
De mi bacteriana consideración:
Por los trágicos acontecimientos que son de bacteriano y público conocimiento y a los que seguidamente me referiré, las bacterias que ancestralmente vivimos en el colon de la tribu humana hemos decidido organizarnos frente al enemigo común: la alocada carrera armamentista antibiótica.
Para ello hemos fundado la UNCOBASA, Unión Colónica de Bacterias Saprófitas, entidad de bien bacteriano sin fines de lucro, con personería peptoglicana en trámite en comicios celebrados limpiamente (es una forma de decir) en Avda. Sigmoides a la altura de la vellosidad 106, y por abrumadora mayoría de fimbrias ha recaído en mi humilde genoma la tremenda responsabilidad de ejercer la presidencia y como tal es que quiero dirigirme a bacteriólogos e infectólogos de esa prestigiosa institución.
Sra. Presidenta, nuestra ahora sufriente comunidad ha conocido épocas mejores. ¡Ah!, aquellos tiempos felices de la armoniosa vida con leucocitos, complementos y anticuerpos, quienes juntamente con nuestros propios sistemas defensivos detectaban precozmente algún invasor a nuestra patria feliz y con un mínimo derramamiento de ADN era rápidamente expulsado.
Ahora, en cambio, crueles anillos beta-lactámicos aprovechándose de nuestras inocentes porinas desembarcan tomando por asalto cuanta PLP se le ponga por delante no respetando pilis ni marcas, pagando justos por pecadores y quedando vellosidades devastadas y arrasadas.
Con seguridad, los ilustrados socios de la benemérita SADEBAC saben bien lo que significa un colon despoblado: quién o quiénes ayudarán en la síntesis de vitamina K, en el ciclo de la urea y en los circuitos enterohepáticos, por citar tan sólo algunas de las innumerables ayudas que brindamos a los humanos. Ni que hablar del voluntariado anaerobio, otrora bien nutrido y presto siempre a defendernos y defenderlos del artero ataque de las bacterias de rapiña. Da pena verlos pasar, ahora, con sus paredes acribilladas por humanos pero "inbacterianos" cefalosporinazos.
Para colmo de desgracias, vemos con espanto cómo las lacras de la sociedad de consumo antibiótico han penetrado en nuestra juventud bacteriana: las klebsiellas ya no son aquellas bacteritas traviesas e inocentes, no Sra. Presidenta, se han prostituido por un par de transposones mal pasados y andan pavonéandose por territorios que no les son propios.
Ni qué hablar del vergonzoso espectáculo que ofrecen ciertas bacterzuelas, algunas ya embarazadas con plásmidos de dudoso origen, que andan por recónditas vellosidades provocando a nuestros jóvenes enterobácteres.
Como si esto fuera poco, han aparecido unos coli, terribles y descastados, que arguyendo falsas promesas han inyectado con sus poderosos pili a nuestras hijas, vírgenes e indefensas, según ellos una «vacuna», que bien sabemos las bacterias madres que se trata, en cambio, de un poderoso factor extracromosómico de multirresistencia.
Como decía una bacteria amiga en una carta al Director de la prestigiosa publicación Revista de Infectología (Volumen 2; pág. 56; año 1985) y a la que mucho he seguido para esta comunicación: «Si hasta los clostridios, por tradición laboriosos y honestos, se han puesto difíciles».
Sabemos bien que se nos acusa de beta-lactamasas; pero ¿qué podemos hacer frente a despiadados e injustificados ataques, como por ejemplo, el tronar de cañones de una cefalosporina de 3era. generación contra un débil estreptococo en las fauces? ¿No se han dado cuenta del daño devastador que nos producen aquí, a la distancia y en un sitio que nada tiene que ver?.
Quisiera verlos a ustedes, mis respetados bacteriólogos e infectólogos, en esta situación, con millones de inocentes muertos, infinitos nichos ecológicos destruidos, millares de colonias desechas, cuando todo esto se hubiera evitado con un poco de nuestra honesta, fiel, segura y barata penicilina.
No queremos la guerra, Sra. Presidenta, pero no nos obliguen a esta lucha despiadada y cruel en la cual todos perdemos: tenemos una hermosa vida por delante en cooperación y armonía; administren Uds. con prudencia y sabiduría los antibióticos que nosotros sabremos recompensarlos con la saludable eubacteriosis que nos legaron nuestros mayores.
Por todo esto, Sra. Presidenta, apelando a su condición de mujer, es que le pido, como bacteria y como madre, un alto el fuego.
Sin otro particular y haciéndole llegar desde estas profundidades nuestros sinceros deseos para el éxito de vuestro Congreso antimicrobiano 90, me despido de usted con mi consideración más bacteriana.
Esche Richia viuda de Coli.